Editorial

Heridas y cicatrices
Dr. Pablo Korovsky

Todos seguramente recordamos alguna caída de niños en que nos lastimamos alguna rodilla.
La herida sangró, dolió y al tiempo fue cicatrizando. Luego desapareció y poco recordamos esa antigua caída.
Una herida normalmente tiende a cicatrizar.
Hay veces que ciertas heridas tardan en hacerlo.
Y en ocasiones se transforman en dolores viejos que pensamos que nunca se irán.

Muchas enfermedades crónicas son así, y la medicina las da por perdidas. Para ella, desde la visión alopática, ciertas heridas no cicatrizan y las apaña con sentencias que hemos escuchado de muchos médicos como “ese medicamento lo tiene que tomar de por vida”.

La traducción en homeopatía de las enfermedades crónicas, son los miasmas crónicos.
Algunas personas nunca cierran sus heridas, es decir, su energía vital está miasmáticamente afectada.
Pero en ocasiones la energía vital logra recomponerse, y viejas heridas pueden cerrarse.
De eso se trata la homeopatía en esencia.

Lo mismo puede decirse de las heridas emocionales que muchas terminan dejando cicatrices o rastros en la personalidad o el carácter.
La experiencia de la homeopatía habla también de ello con frecuencia y muchas heridas emocionales logran cicatrizar y liberar a la persona de un antiguo dolor.

Existen sin duda otros caminos que pueden ayudar a sanar las heridas además de la homeopatía, pero este es el que conocemos quizás mas y transitamos los homeópatas.
La pregunta es entonces, hasta donde? Hasta donde podemos esperar recuperarnos de cicatrices antiguas, de emociones fibrosadas que siguen incidiendo en nuestra vida?
La respuesta está en cada uno, no hay un límite completamente establecido, mas allá de la cicatrización concreta de una herida física. La respuesta está en los hilos que tejen la vida de cada ser humano. Y las fibras que hacen un tejido pueden ser de distinta naturaleza y calidad, como sucede con las diversas telas.
Las heridas se van curando y cerrando de adentro hacia fuera, como la ley de curación, de adentro hacia fuera.
¿Hasta donde cura una herida? Si Hahnemann nos responde: “hasta alcanzar los altos fines de la existencia”, puede ser entonces hasta ese fin.




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